El desarrollo de un sitio web es una taréa interdisciplinar (diseño gráfico, programación, servidores, …) cuyo motivo hace que nos sea complicado presupuestar cada uno de sus puntos, y encontrar un procedimiento de cobro sencillo para todo el conjunto.
Hay un refrán que dice «cada maestrillo tiene su librillo«, que viene a significar que cada uno es libre de aplicar el método que crea más conveniente para llegar al resultado final, en este caso presupuestar acertadamente al cliente el desarrollo de un sitio web.
Aparte de que cada uno pueda valorar más o menos ciertos puntos, y cobrar más por unas cosas, y menos por otras, es importante tener en cuenta los siguientes puntos a la hora de elaborar un presupuesto para la creacción de un sitio web:
1) ¿Qué dificultad presenta? Cuando hablamos de sitios web adaptados completamente a las peticiones del cliente, está claro que éstas en algunos casos son más coplicadas que en otros. Y por ello debemos tener en cuenta la complicación que nos va a suponer, mayor o menor, y trasladar este trabajo al presupuesto.
2) ¿Cuantas horas me va a llevar el trabajo? En mi opinión no se trata de poner un cronómetro en marcha y cobrar en función de lo que marque éste, ya que por un lado llevaría a abusos por parte del desarrollador, y por otro lado llevaría a recelos por parte del cliente (que no ve realmente cómo gastas este tiempo). Lo justo es estudiar cada caso, establecer el tiempo que el trabajo puede llevarnos, y trasladarselo así al cliente, teniendo el cuenta el siguiente punto…
3) ¿Qué hago con los cambios de última hora? Hay clientes que, en mitad de un trabajo, o una vez realizado éste, se les enciende la bombillita y quieren que cambies tal o cual cosa, o introducir aquello otro. Y es necesario que quede claro, desde un primer momento, que este tipo de cambios más o menos radicales en lo presupuestado se añadirán y cobrarán posteriormente por separado.
A partir de aquí, y teniendo en cuenta estos puntos, podemos hacernos una tabla o baremo con el que poder acercarnos más a lo que sería un precio justo para nuestros trabajos, aunque aplicando el toque necesario que cada uno veamos conveniente.